Wir verwenden Cookies, um die Benutzerfreundlichkeit dieser Webseite zu erhöhen (mehr Informationen).

Prof. Dr. Werner Gitt

¿Qué tiene que ver el coronavirus con Dios?

Nie zuvor hat eine Krankheit die ganze Welt in die Knie gezwungen wie im Frühjahr 2020, in dem das Corona-Virus das öffentliche Leben zum Stillstand brachte. Der Shutdown wurde verordnet, Veranstaltungen wurden abgesagt, Uni­ver­sitäten, Schulen und Kitas geschlossen. Fußballspiele fanden vor leeren Rängen statt. Gottesdienste waren verboten – das gab es noch nicht einmal in Kriegszeiten.

Wir suchen nach einer Erklärung für diese Pandemie. Wer gibt sie uns?

10 Seiten, Best.-Nr. 143-22, Kosten- und Verteilhinweise | Eindruck einer Kontaktadresse


¿Qué tiene que ver
el coronavirus con Dios?

Nunca antes hemos visto que una enfermedad derribara al mundo entero como en la primavera del 2020, cuando el corona­virus paralizó toda la vida pública. Se decretó un confinamiento excepcional: eventos y espectáculos cancelados; universidades, escuelas y guarderías cerradas; partidos de fútbol con las gra­das vacías; cultos prohibidos – ni siquiera en tiempos de guerra hemos vivido semejante situación.

Una sociedad móvil a más no poder, donde diariamente 130.000 aviones con 12 millones de pasajeros en todo el mundo unían los continentes, se halló de pronto en modo de espera. Esto ha marcado un grave antes y después en la historia del mundo entero y en la vida de cada persona individual. El ímpetu con el que ha golpeado a la humanidad ha eclipsado a temas tan importantes como el cambio climático.

El microbiólogo y presidente del Instituto alemán Robert Koch (res­ponsable del control y prevención de enfermedades) dijo lo siguien­te el 14 de Abril del 2020 durante un programa televisivo sobre la crisis del coronavirus: “No hemos tenido una pandemia comparable hasta el momento. No tenemos un modelo o ejemplo a seguir en nuestra forma de actuar. Esta enfermedad es nueva.” Esto refleja toda la impotencia reinante. La crisis del coronavirus ha provocado una crisis econó­mica y financiera sin precedentes en todos los países, y no es posible calcular su alcance.

El gobierno alemán movilizó el mayor presupuesto de su historia para afrontar el impacto económico y social del coronavirus. Ade­más dio garantías por valor de más de 820 mil millones de Euros. En total es tres veces más de lo que el estado gasta normalmente du­rante un año. A partir del año 2023 el gobierno debe amortizar anualmente 5000 millones de Euros por obligaciones debido al co­ronavirus. En el año 2043 habrá terminado de pagar esta deuda.

Buscamos una explicación para esta pandemia. ¿Quién nos la dará?

 

Las iglesias no nos dieron ninguna respuesta

El historiador Prof. Michael Wolffsohn lamenta en el periódico de Francfort del 20.4.2020 el silencio de la iglesia: “Aún no he visto ninguna interpretación teológica a fondo de esta pandemia por parte de los clérigos destacados.”

Otro periódico titulaba un artículo con estas palabras: “¿Revelará esta crisis del coronavirus que las iglesias no pueden pagar la deuda espiri­tual que tienen, que no tienen respuestas?” En el artículo dice así: “La limitación que la misma iglesia se impone es algo extraño en un mo­mento donde la gente busca orientación. Durante el movi­miento por la paz, durante el debate sobre el rearme, la oposición contra la energía nuclear, la lucha por la solidaridad con el tercer mundo y contra los re­cortes en el subsidio de desempleo las iglesias cristianas de Alemania siempre estaban a la cabeza. La antigua obis­pa y presidenta del conse­jo de la iglesia evangélica de Alemania, Margot Käßmann, durante años y casi a diario expresaba sus opi­niones o incluso daba instruccio­nes para toda clase de temas que surgían. Aún sin que le preguntaran. Pero ahora parece que le mo­lesta hablar.” (ideaSpektrum 16.2020, pág. 16)

Así que será mejor acudir a la Biblia – o dicho de otra manera: ¿qué dice Dios a todo esto en su Palabra?

 

1. Vivimos en un mundo caído

Vivimos en un mundo con una tasa de mortalidad del 100 por cien. Todo está sometido a la fugacidad y perece. En esta creación existen aproximadamente 20 millones de diferentes venenos. Los venenos de serpiente tienen una química tan sumamente compleja que ni si­quiera los mejores químicos son capaces de sintetizar estos com­puestos químicos. El que quiera interpretar este mundo con todas sus cosas malévolas sin tomar en cuenta la caída en el pecado al co­mienzo de la historia de la humanidad, siempre sacará conclusiones equivocadas. Todos los esfuerzos humanos de construir aquí un pa­raíso terrenal han fracasado. La razón es el pecado con su ley: “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6,23 en la Biblia). Por eso hay tantas guerras, tanto odio, tantas enfermedades y la muerte en este mundo. En estos tiempos de Covid-19 nuevamente nos volve­mos a dar cuenta de ello.

 

2. Según la opinión de la mayoría Dios
no tiene nada que ver con el coronavirus.

En nuestro tiempo se ha hecho costumbre predicar solamente de manera parcial sobre el amor de Dios; Los juicios de Dios casi siempre se dejan de lado. Pero la Biblia nos muestra que, por ejem­plo, el diluvio con sus millones de muertos fue provocado por Dios; de igual manera que la destrucción de Sodoma y Gomorra o la dis­persión del pueblo de Israel por todo el mundo. El Nuevo Testamen­to habla de terribles juicios, de copas de la ira de Dios (Apocalipsis 8-11; 16), como el mundo no los ha conocido hasta este momento. La Biblia dice quién es el causante (Apocalipsis 8:1; 16:1).

¿Se puede dejar de lado a Dios así como así en esta crisis del coro­navirus tal y como lo están haciendo en todas partes los políticos y dirigentes de las iglesias? Como ejemplo de esta manera de pensar voy a citar al obispo católico Gerhard Feige con su artículo en la re­vista “Christ und Welt” [El cristiano y el mundo] del 16 de Abril de 2020. Cita la reciente declaración común de las iglesias católica, evangélica y ortodoxa en Alemania donde dice que “la enfermedad no es un castigo de Dios – ni para el individuo ni para sociedades enteras o naciones y continentes o incluso para toda la humanidad. Las enfermedades son parte de nuestra naturaleza humana como se­res vulnerables y frágiles.”

El Dios que tiene contados nuestros cabellos (Mateo 10:30 en la Bi­blia) y da nombre a cada una de las 1025 estrellas (Salmo 147:4), a este Dios le ponemos de lado ante un acontecimiento mundial de tal alcance como la pandemia del coronavirus. ¿O acaso pensamos que podemos declararle muerto como Nietzsche en su arrogancia?

Lo más urgente ahora es considerar lo que dice la Biblia, porque só­lo de allí sacaremos conclusiones adecuadas para evaluar correcta­mente la situación. Cuando nos enfrentamos a sequías o inundacio­nes ¿hemos considerado alguna vez lo que está escrito en Job 12:15? “Si él detiene las aguas, todo se seca; Si las envía, destru­yen la tierra.”

 

3. El Dios olvidado

Analicemos en el contexto de nuestro tema la situación actual en Alemania que no es muy diferente a la de la mayoría de los países del mundo: En el año 2019 hubo en Alemania 100.000 abortos provocados – se­gún la Biblia esto es asesinato. La verdad bíblica del relato de la creación lo hemos sustituido por la teoría de la evolución, de forma generalizada y unilateral, a pesar de que no tiene base científica. ¿Somos conscientes de lo que hemos hecho? Al rechazar e invalidar su Palabra – la Biblia – llamamos a Dios mentiroso. La discusión climática se asemeja cada vez más a una religión, una religión susti­tuto. Al autorizar legalmente el matrimonio para todos, o sea, los matrimonios entre personas del mismo sexo, desobedecemos clara­mente un mandamiento divino. El expresidente alemán Christian Wulff declaró durante el vigésimo ani­versario de la reunificación alemana: “El islam pertenece a Alemania”. Con semejantes declara­ciones lamentables deliberadamente abrimos las puertas para el is­lam. En su rechazo rotundo de la cruz vemos lo anticristiano de esta religión. En el corán los infieles son considerados como las peores criaturas (Sura 8,57; Sura 98,6), inferiores incluso a los animales – y desde el punto de vista islámico infieles son los cris­tianos, judíos y ateos. Aquel que contribuye a que el islam pertenezca a Alemania, contribuye a que Alemania pertenezca al islam. Esta lista de com­portamientos erróneos podríamos ampliarla sin problemas. Ac­tuamos como si Dios no existiera. O quizá nos hemos fabricado un buen dios como en los cuentos de hadas que ya no es responsable de nada. Nos hemos convertido en un país impío. Si hiciéramos una en­cuesta en un lugar concurrido de una gran ciudad preguntando a la gente “¿Cree Usted en Jesucristo como el Señor crucificado y re­sucitado? ¿Le ha entregado Usted su vida en una decisión personal consciente?” ¿Cuántos responderían con un claro SÍ? ¡Ciertamente muy pocos!

¿Callará Dios ante todo esto? En Gálatas 6:7 está escrito: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hom­bre sembrare, eso también segará.”

 

4. ¡El coronavirus tiene
mucho que ver con Dios!

Ante las afirmaciones del punto 3 veamos lo que Dios le reveló al rey Salomón: “Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pes­tilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convir­tieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:13-14 en la Biblia)

Aquí Dios nos muestra que en todas las circunstancias Él es quien está actuando. Él es quien cierra los cielos para que no llueva o quien trae una plaga de langostas sobre el país, quien permite que haya extensos incendios o tsunamis, o quien envía una epidemia (p. ej. la peste, o Covid-19). Por lo tanto, ¡el coronavirus sí tiene que ver con Dios!

Podemos intentar explicar científicamente lo que estamos viendo o decir que son fallos humanos o pura casualidad. Pero nos equivoca­mos igual que se equivocaría el que intentara explicar con la meteo­rología la ausencia de lluvia durante tres años y medio en los tiem­pos de Elías (Santiago 5:17-18 en la Biblia).

Por boca del profeta Amós, Dios nos dice rigurosamente: “¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual el Señor no haya hecho?” Algo semejante está escrito en Isaías 45:5 y 7: “Yo soy el Señor … que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adver­sidad. Yo el Señor soy el que hago todo esto.”

Nos asombra mucho que Dios se presente como causador de los de­sastres, contratiempos, epidemias y desgracias etc. En principio, esto nos escandaliza. Pero ambas cosas son verdad: o bien Dios cau­sa la calamidad o bien la permite (véase el Punto 5). En todos los casos, ya sea activa o pasivamente, Dios es y permanece soberano sobre todas las cosas.

 

5. Hay aún otra potencia en este mundo

Desde que el pecado entró a este mundo, el diablo ha adquirido tan­ta influencia, que Jesús le llama el “príncipe de este mundo” (Juan 12:31 y 14:30). Pablo incluso le denomina “el dios de este mundo” (2 Corintios 4:4). Él es el maligno (Efesios 6:16), el padre de mentira (Juan 8:44), que no es ni omnisciente ni omnipotente. No obstante le es concedido un cierto poder que él utiliza para seducir y engañar a las personas, para sembrar odio y enemistad o incluso desencade­nar gue­rras.

Por el libro de Job (1:12) sabemos que sólo puede actuar dentro de los límites establecidos por Dios. Por la muerte de Jesús en la cruz ha sido vencido. Jesús tiene el poder sobre él y todos los demonios (Juan 14:30; Lucas 7:21). Es bueno saber que ningún poder nos puede sepa­rar de nuestro Señor y Dios, y por eso tenemos un refu­gio seguro: “Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré” (Salmo 91:2).

 

6. El hombre como causador

Puesto que Dios nos ha provisto de una libre voluntad, somos capa­ces de hacer multitud cosas, sean buenas o lamentablemente tam­bién ma­las. Muchos dictadores y reyes han provocado tragedias y sufrimientos indecibles en este mundo por las guerras que desenca­denaron.

 

7. ¿Cómo habla Dios con nosotros hoy?

Dios no hace nada arbitrariamente. Todo tiene su justificación y a me­nudo anuncia con mucha antelación sus juicios, para darnos la posibi­lidad de dar media vuelta: “Porque no hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amos 3:7). Así lo hizo Dios, por ejemplo, antes del diluvio (Génesis 6:7) o tam­bién antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 18).

En Hebreos 1:1-2 está escrito: “Dios, habiendo hablado muchas ve­ces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (Je­sucristo)”. Hoy también Dios nos habla personalmente por medio de su Hijo Jesucristo.

Si queremos comprender la crisis
del coronavirus, entonces es preciso
dirigirnos a Jesús.

De él dice Lucas 24:45: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.” Aquí vemos lo impor­tante que es la Biblia y es Jesús quien nos ayuda a entenderla por medio del Espíritu Santo. El apoyarnos en la Biblia nos protegerá de ser engañados por tantos falsos profetas que ellos mismos se han proclamado profetas y no Dios.

Después de todo lo que hemos dicho, con todo derecho podemos plantearnos la pregunta si esta pandemia ha venido a este mundo por casualidad, o si la ha enviado Dios. Excluir a Dios sería la solu­ción absolutamente equivocada. Estamos siendo confrontados direc­tamente con Su actuar en este mundo, pero tenemos dificultades al querer descifrar los hechos.

Después de lo que hemos venido considerando podemos deducir cuatro respuestas con respecto a la pandemia:

  • Nos revela lo frágil y pasajera que es la vida y como toda esta creación gime (Romanos 8:21-22). Dios quiere que seamos humil­des y andemos con Él (Miqueas 6:8)
  • Es un juicio de Dios sobre un mundo que se ha hecho impío. Dios nos llama al arrepentimiento (Apocalípsis 3:19b).
  • Es una llamada de Dios para que busquemos salvación en Jesús, y no caigamos en la condenación eterna (Hebreos 9:27).
  • Es una señal del inminente retorno de Cristo. Él nos ha anunciado que antes de Su venida vendrán los “dolores de parto” (Mateo 24:8).

Esto nos lleva a la conclusión de que estos cuatro aspectos deben ser considerados en la explicación de la pandemia.

 

8. ¿Cuál es el mensaje de Dios para nosotros?

¿Qué aprendemos de la crisis del coronavirus? En primer lugar percibim­os todo nuestro desamparo. Tenemos que admitir nuestras li­mitaciones a pesar de todos nuestros recursos tecnológicos. Hemos observado que todo lo que ha ocurrido ha afectado a todo el mundo. Ningún país y ningún grupo de personas ha sido exceptuado: el vi­rus afecta a cristianos y ateos, a musulmanes e hindús, a jóvenes y mayo­res, a pobres y ricos, a sanos y a personas con enfermedades previas. En una palabra: ¡a todos!

Si Dios habla de forma tan universal a cada uno de nosotros, enton­ces tenemos que preguntarnos: ¿Existe un mensaje válido para cada habi­tante de este globo terrestre? La Biblia responde a esta pregunta de forma inequívoca y clara, p. ej.:

  • “¿Quiero yo la muerte del impío? dice el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?” (Ezequiel 18:23)
  • “Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al cono­cimiento de la verdad” (1. Timoteo 2:4).
  • “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vues­tros pecados” (Hechos 3:19).

En su tratado “¿Miedo del virus?” Manfred Röseler compara al vi­rus Covid-19 con un virus mucho más malicioso - y es el pecado. El virus llamado pecado no sólo nos trae la muerte física, sino también la muerte eterna (infierno). También de esta catástrofe la Biblia nos avisa anticipadamente (Apocalipsis 21:8), de modo que a nadie le tomará por sorpresa.

Dios es el amor en persona (1 Juan 4:16) y por eso nos quiere salvar – quienquiera que seamos. Por la muerte y resurrección de Jesús tene­mos la medicina contra el pecadovirus. El mensaje de salvación es breve y sencillo: “El que cree en el Hijo (de Dios), tiene la vida eter­na” (Juan 3:36). Confiésale al Hijo de Dios, a Jesús los errores de tu vida – especialmente tu forma de vivir sin Él – y pídele que entre en tu vida. Entonces estarás curado del virus del pecado y tendrás la vida eterna en el cielo.

En el folleto “Cómo puedo ir al cielo?” lo explico de forma más práctica: wernergitt.com/como

 

Werner Gitt
Doctor en Ingeniería
Director y Profesor Emérito